Princesa a la fuga by Barbara Hannay

Princesa a la fuga by Barbara Hannay

autor:Barbara Hannay
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2011-08-28T20:11:53+00:00


Capítulo 7

Jack la acarició con una lentitud atormentadora. Le besó el labio inferior y se lo mordisqueó. El roce delicado de sus dedos y el contacto con su boca provocaron un estremecimiento en lo más íntimo de Isabella.

—Eres una mujer impredecible —musitó Jack, rozando con sus labios el lóbulo de Isabella—. Nunca sé qué esperar de ti.

—En cambio yo sí sé qué esperar de ti —dijo ella con un tono sereno tras el que ocultó su turbación.

—¿Y qué es?

—La perfección.

Jack rió sensualmente y le retiró un mechón de cabello tras la oreja antes de recorrer la línea de su mandíbula con la lengua.

—Ésa es una expectativa imposible de cumplir.

Isabella supo que lo había halagado.

Los labios de Jack buscaron su boca y la besaron con fruición al tiempo que sus manos descendían hacia sus caderas y se metían debajo de su camiseta para acariciar su piel desnuda.

Isabella creyó enloquecer pero se dijo que no debía tener miedo de lo que, en el fondo, llevaba deseando desde el momento que vio a Jack. No podía dejarle saber su secreto y que temiera seguir adelante. Puesto que ella había iniciado aquello, debía actuar y pensar como si verdaderamente fuera Carmen.

Intentó disimular el temblor de sus manos y se levantó la camiseta.

Jack se quedó sin aliento. Era aún más hermosa de lo que había imaginado y contemplarla le hizo perder toda esperanza de detener aquel peligroso encuentro.

La luz del amanecer iluminaba su piel de marfil. Jack hubiera querido decirle con palabras lo perfecta que era la curva de sus caderas y las puntas rosadas de sus senos, pero tenía la garganta bloqueada por el deseo.

Sólo podría expresarse con las caricias de sus manos y de sus labios. Con lentitud.

Acopló sus caderas a las de ella y cubrió con sus manos sus senos, arrastrando a Isabella a un mundo de sensaciones.

Ella no podía reprimir sus gemidos de placer. Su piel se tensó bajo la presión de las manos y de la boca de Jack. Los brazos y piernas de Isabella se quedaron sin fuerza. Jack lamió cada parte de su cuerpo que necesitaba ser tocada.

Isabella no comprendía cómo había tardado veinticinco años en experimentar aquellas sensaciones. Ya no sentía miedo, sino una música interior que crecía, cada vez más alta, cada vez más intensa.

Le pareció que Jack musitaba lo hermosa y sensual que era. Pero era él quien la había transformado súbitamente en una mujer llena de fuego.

Y de pronto, sintió un estremecimiento convulso en todo el cuerpo, y creyó flotar.

—Jack, oh, Jack —exclamó.

El corazón le latía como si quisiera salírsele del pecho. Se aferró a Jack con fuerza y cabalgó sobre él al tiempo que dejaba un surco de besos en su mejilla.

Y entonces también él perdió el control. Aquella mujer a la que llevaba deseando desde hacía días lo arrastró hacia un punto sin retorno.

Isabella le sonrió con un brillo en los ojos que reflejaba el deseo que él mismo sentía. Por un instante también creyó ver en ellos algo de temor, pero



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